Claves para una vida más enfocada, equilibrada y exitosa
Muchas veces nos encontramos en la cuerda floja, cruzando como un equilibrista, cargando con trastos que queremos llevar hasta el otro extremo. Y, además, pretendemos hacerlo corriendo. Porque… Aspiramos alcanzar con triunfo nuestras metas y, aunque tratamos de hacer muchas tareas a lo largo del día para ello, nos olvidamos de algo esencial: el equilibrio.
Creemos que debemos ejecutar todo a la perfección y en menor tiempo de lo esperado. Esto se convierte en un hábito y, poco a poco, nos va generando niveles de estrés, que acaban con nuestro enfoque esencial, convirtiéndonos en autómatas infelices que corren por doquier. Para poder seguir siendo resolutivos, eficientes y, asimismo disfrutar de las labores, es importante aprender a gestionar el estrés y mantener un nivel de energía elevado.
Esta la podemos obtener del sol, la naturaleza, el ejercicio, la respiración adecuada, la relajación, la alimentación, el pensamiento positivo y la meditación… Además de viajar, escuchar música o leer.
La idea es enfocarnos en aquello que se encuentra bajo nuestro control. El entorno tal vez no pueda cambiarse, pero sí es posible observar nuestras reacciones ante las adversidades.
Aquí el ejemplo de “líder”, nos sirve de guía, conocido más allá de los roles estipulados, es protagonista no siendo reactivo, sino proactivo, tiene una visión integral y está presente e intencional. Ese autoconocimiento y autoliderazgo son el punto de partida para inspirar y liderar. El liderazgo auténtico va desde dentro hacia afuera, de salir de la zona de confort a innovar.
Solemos admirar a una persona con éxito y nos enfocamos en su estatus social, rango directivo, doctorados… etc. Sin embargo, todo esto puede desaparecer mañana. Y esta admiración tan solo contribuye a una ilusión de control y falsa seguridad que creemos tener. Si ampliáramos a nuevas variables, añadiríamos tales como tiempo o libertad, valoraríamos el aprendizaje y, sobre todo, la sensación de transmisión.
Al igual que los ceros carecen de valor si no se les añade un uno a su izquierda, la ambición solo cobra sentido si se pasa de «un camino del éxito hacia un camino con significado». Y para dar con el trayecto, tal vez sirva comenzar poniendo ese uno delante del cero, volver a uno mismo, a la esencia.
Si tenemos un proyecto, el éxito es la motivación, pero ¿cómo lograrlo y hacerlo sostenible en el tiempo? ¿Cuál es la diferencia entre una organización y otra? Hay algo más sutil que sustenta el éxito y eso es la misión: ¿Es nuestra organización útil para la sociedad?
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Proponemos entonces dotar de significado al negocio, a la vez que se mantiene un equilibrio entre rentabilidad, expansión, desarrollo del capital humano y contribución.
Se trata de recuperar la misión inicial: tener en cuenta la dirección (visión a largo plazo) y la presencia (objetivos a corto plazo). Si todavía es válida, comprueba qué estrategias y planes de acción van orientados hacia la misión y cuáles se han desviado. Identifica posibles necesidades de cambio, para determinar soluciones.
Y es que, no existe la casualidad y todo es una consecuencia de nuestras acciones.
Ocurre por una razón que tal vez aún no podamos descifrar… Pero puede ser el momento de replantearse la vida. Lo que conlleva la necesidad de nuevos hábitos, dando el 100%, y confiando en que lo venidero será lo más adecuado, finalmente se puede llegar a alcanzar las metas, tanto profesionales como personales.
La vida es demasiado corta para no aprovecharla y demasiado larga para dedicarte a algo que no te gusta. Descubre tu propósito: «El motor del éxito que lo sustenta y se convierte en nuestra motivación es el para qué. Pasa del camino del éxito a un camino de éxito con sentido».
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